“En
aquellos tiempos conducir una moto significaba que cualquiera que
condujese una moto era tu colega. A nosotros (los Boozefighters) lo
que nos gustaba era corrernos unas juergas.” Gil Armas, de los
Boozefighters Motor Club.
En
1947 la celebración del 4 de julio cayó en fin de semana. Durante
aquel fin de semana en Hollister, California, igual que en otras
ciudades de Estados Unidos, se organizó una fiesta motera, con
diversas carreras y shows. La fiesta atrajo a muchos más
participantes (más de cuatro mil) de los que la organización
esperaba (menos de mil), lo que supuso algo de ruido en la ciudad,
pero nada que los múltiples bares locales no pudiesen asumir con
regocijo. Una estúpida
foto,
sin embargo, serviría de detonante para que, días después, lo que
sólo fue una fiesta, se convirtiese, en el imaginario colectivo de
los Estados Unidos, en un ataque agresivo de feroces moteros
borrachos y sin control sobre una apacible ciudad.
El
incidente Hollister fue una mindongada, una exageración de ciertos
medios de comunicación, un fake fotográfico
transformado en noticia. La leyenda del 1% comienza justo después.
En
el mismo año 1947 y a raíz de lo de Hollister, la Asociación
Americana de Motociclistas (AMA) decide arrinconar a aquellos
motoristas con mal aspecto, que montaban motos chopper y
transformadas (motos con una pinta penosa por aquel entonces) y que,
según la moral predominante, dañaban la imagen de los “motoristas
decentes”. Los moteros marginados por la AMA eran, en su mayoría,
ex-militares, soldados veteranos recién llegados de la segunda
guerra mundial, sin mucho dinero para maquillar sus motos y con
ganas de correr con ellas atravesando todo el país. De
repente se encontraron con que no les dejaban entrar en determinadas
fiestas, o los relegaban a los peores sitios, o eran
verbal
o físicamente maltratados por el resto de moteros.
Aquellos
tipos marginados por el resto de motoristas comenzaron a ponerse un
parche en el brazo izquierdo de la chupa con el símbolo del “1%”,
en el lugar donde tenían antes el parche militar de su unidad, y
comenzaron a divertirse de nuevo y a pasar de las restricciones
moralizantes de la AMA. Varios otros se unieron, tuviesen o no
choppers. Nadie les iba a juzgar, y mucho menos a fastidiar, por la
ropa que llevasen puesta o por la moto que tuvieran. Nadie iba a
evitar que se divirtiesen. Y además, ahora, formaban parte de una
“selecta” unidad; los one
percenters,
por contraposición al 99% bienpensante y bien parecido. Así nació
el mito.
Un
año después aparecieron los Hells Angels y, junto a otros
grupos, outlaws y
clubs de motos (MCs), pretendieron apropiarse del símbolo del 1% y
de su significado. Lo consiguieron. Hoy, aquel humorístico uno por
ciento, que mostraba el orgullo de pertenecer a una minoría de
moteros libres, rechazados por el resto y que sin embargo no sentían
la menor tentación de cambiar de moto, de aspecto o de actitud, se
ha transformado; hoy el símbolo del 1% apenas supone una parte de
la parafernalia de ciertos grupos moteros y MCs, y de su peculiar
sentido de hermandad.
Hola Juan, muy bien documentada tu entrada, no sabía la historia del 1%.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola compañero: El mundo de las motos es interesantisimo, aunque yo soy lega en la materia, contigo aprenderemos mucho. Saludos
ResponderEliminarGente así le da mala fama a un colectivo tan sano y majo como el colectivo motero, suerte de ese uno por ciento.
ResponderEliminarUn abrazo
Perdona por mi falta de hoy,te aseguro que han sido fuerzas mayores y no las he podido evitar. La próxima semana os compensaré.
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